Fragmento para compartir

La pena.


Cuando se fue de la casa de Ami , lo hizo como si fuera otro. Como si su cuerpo lo alejara del peligro como un bombero que lo llevaba en brazos, incendio afuera. Sabe que cruzó la ciudad, como un poseído. Pero todo para él fue como un sueño, como una pesadilla de la que no podía despertar. Como si fuera un desalmado , un vacío viajando por las calles en una moto a toda velocidad. Cómo ésas bolsas de polietileno que arrastra el viento en las tormentas, envases inútiles a merced de los elementos.
No puede afirmar que vio aquel recorrido. Sus lágrimas borronearon el paisaje. Solo el mundo moviéndose bajo las ruedas , como una gigantesca cinta transportadora.
Huída. Deseo de escapar de aquello que lo había golpeado con la fuerza de mil coces. Su primer recuerdo más o menos nítido es de cuando se encontraba sentado en el banco de madera en el segundo puente, mirando las aguas del arroyo Nogoyá correr arremolinadas contra la barranca cribada por mil cavernas pequeñas que le daban la apariencia de un queso gruyere. Su mirada fija en la superficie marrón , en las ondas y en los vórtices. Desear convertirse en agua y correr, pasar, transitar. Buscar el mar.
Que su cuerpo se disuelva en aquella corriente y marchar besando barrancas y sarandíes, acariciando las lánguidas ramas de los sauces, llevando en su interior un plateado cardumen de mojarras , que vibrara en él, como la vida que sentía mustia , triste, devolviéndole la alegría de existir. Por mucho tiempo ése recuerdo tuvo olor a agua , color a arroyo , sabor a lágrimas. . Nogoyá fue hundiéndose en la noche, las siluetas de los edificios se fueron esfumando en la medida que los arreboles del crepúsculo se apagaban y una constelación de lámparas brillaron en la oscuridad. Como una sábana de luciérnagas al Oeste. La brisa del sur, fresca, acarició su rostro.
El abandonado se apoyó en el espaldar duro y frío , del banco de madera, cruzó los brazos y miró las primeras estrellas.
Permaneció largo tiempo quieto, un lapso de tiempo indefinido. No cronometrado. Un tiempo que escapaba a los movimientos de las manecillas del reloj. Un tiempo que era independiente del transcurrir exterior. Un tiempo que medía las sensaciones de su espíritu, de su interior. Imágenes que se agolpaban en su conciencia, evocando largos momentos pasados con ella, repasando cada detalle, cada palabra, cada olor. Con una fidelidad propia de una filmación . Pero que sin embargo no superaron el lapso en que una luciérnaga atravesó el arroyo. Duplicándose en el húmedo firmamento reflejado. En ése estado de inquietud interior permaneció inmóvil. Como en un estupor catatónico. Como un observador de las imágenes del recuerdo que se movían en su interior, como una sucesión de fotografías, cómo una catarata onírica que se despeñaba tras sus ojos .
Desapegado de sí , como un espectador.
Los faros brillaron sobre el primer puente, iluminando con su haz de luz los troncos y la base de la copa de los árboles que bordeaban el camino de asfalto, irregular y deteriorado. Él continuó inmerso en sí. El ruido de los neumáticos a baja velocidad, como triturando piedrecillas. Las imágenes formándose en la oscuridad, primero como una contraluz, un contraste oscuro, luego adquiriendo color y forma definida, para desaparecer tras el auto, en su lento avance. Su figura se iluminó al ser alcanzada por el cono lumínico. Enceguecido llevó su antebrazo a su frente y miró. La figura de su moto , se recortaba sobre la luminosidad que emergía de las esferas simétricas de yodo..

Comentarios

  1. Siempre regalando imágenes bellísimas. Esta vez me quedo con el final. Magia pura.

    Un abrazo

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  2. ¡Genio de las bellas imágenes!
    Leo y lo vuelvo a leer porque me admiro de tu capacidad de volcar en palabras lo que mi mente transforma en las imágenes que describís, y quedo admirada...como siempre...
    Un beso
    Adriana

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  3. Gustavo...

    " El ruido de los neumáticos a baja velocidad, como triturando piedrecillas. Las imágenes formándose en la oscuridad, primero como una contraluz, un contraste oscuro, luego adquiriendo color y forma definida, para desaparecer tras el auto, en su lento avance. Su figura se iluminó al ser alcanzada por el cono lumínico. Enceguecido llevó su antebrazo a su frente y miró. La figura de su moto , se recortaba sobre la luminosidad que emergía de las esferas simétricas de yodo.."

    me quedé sin palabras!!! un relato lleno de imágenes... de luces y sombras que juegan con el lector y este final!!! bellísimo!!!
    siempre un gusto leerte!!

    hermosos días amigo querido!!

    beso!!!

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