La yerba de ayer secandose al sol

Yo debo reconocer que soy uno de esos sujetos de gustos caros, refinados podría decirse, aunque no siempre una y otra cosa son lo mismo, basta con ver las gruesas cadenas de oro y los anillos de algunos personajes recientemente enriquecidos, que se ostentan sobre camisas desprendidas hasta casi el ombligo y con mangas arremangadas. Bueno en fin, eso debo reconocerlo, tengo gustos que se consideran sin ninguna duda suntuarios.  Por ejemplo me gustaba comer un asado todos los domingos con mi mujer y mis hijos, y ya como un exceso intolerable, una ostentación casi obcena, tomar mate. Debo argumentar como atenuante a mi favor, que soy entrerriano y eso debiera valer a la hora de juzgar mi conducta. Los asados los dejé casi del todo, bueno en realidad los espacié  tampoco es cuestión de mentir. Debido a mis gustos hoy me dirgí al local llamado "Viejo Almacén" situado en una de las avenidas más transitadas de mi pueblo, ingresé al local con porte gallardo, me dirigí a las gondolas, busqué donde se encontraba la yerba mate y con aire de superioridad elegí la de mi agrado, de marca Aguantadora y en un acto casi de arrojo tomé el envase de un kilogramo. Así me dirigí hasta la caja, luego de una larga cola, la cajera me miró con ojos de sorpresa y me preguntó ¿ De un kilo lleva?  Si le dije yo con una sonrisa sobradora. Bueno me dijo son veinticinco pesos con cincuenta centavos, sabe que se le secaron las cosechas a los yerbateros, tome le doy e tiket para que lo muestre.  En fin, no me pude echar atrás después de  mi actitud ganadora, pagué y me fuí pensando en aquel viejo tango del título y pensando que lo único que me tranquiliza es que no hay inflación, que si no el despelote que se armaba.

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