Desastre Natural (completo)



Desastre Natural

Día Uno
Ayer en horas de la noche mi ciudad, Nogoyá, fue azotada por un temporal de vientos huracanados, hoy  parece una ciudad bombardeada. Arboles en el suelo, alumbrado público destruido, casas derrumbadas. Un verdadero desastre natural. Hasta ahora no se contabilizan víctimas fatales. Todo muy triste, se suspendieron todo tipo de actividades y altavoces recorren las calles pidiendo que la gente permanezca en sus casas, por los cables cortados en la vía pública y los derrumbes. Es casi imposible circular en automóvil por las calles debido a los obstáculos. Se trabaja mucho, para solucionar los problemas, bomberos, defensa civil, el municipio, voluntarios. etc. Espero que pronto todo se normalice, mañana debo viajar a buscar mi familia que regresa de un corto paseo.

Día Dos

Ayer por la tarde comenzó nuevamente a llover, el viento no fue tan intenso como el primer día, pero era  un viento molesto. El pueblo entero se dedicaba después del medio día a limpiar las calles  de ramas y escombros para permitir el tránsito, a pesar de la lluvia la gente trabaja con entusiasmo. Por momentos parece de noche. Las cuadrillas de la empresa de energía no dan a vasto, me encontré en el predio donde estaba la plaza con una de ellas, que descansaban  bajo un toldo improvisado a un costado de su camioneta. Se los notaba exhaustos, dicen que no están seguros si por la noche tendremos electricidad. Los teléfonos celulares no funcionan, tampoco las radios VHF no se pueden comunicar con las localidades vecinas y habrá que esperar que el agua del arroyo Nogoyá y el arroyo Chañar vuelvan a su curso, dicen que el ejercito instalará puentes del tipo Bailey.  Mi  familia ya se habran enterado del desastre, tiene que haber sido difundido por los medios nacionales, acá no hay televisión y las radios dejaron de escucharse anoche. Además quiero ahorrar baterías.

Día Tres.

El muchacho de la esquina del boulevard pudo volver a abrir su comercio, lo hace de día únicamente, hasta que vuelva la energía eléctrica según me explicó, la verdura está ya muy pasada, hace 5 días que no viaja al mercado de concentración, no se puede salir por ninguno de los tres accesos, tanto la ruta 12, como la 39 y la 26 están cortados, tampoco se puede salir por tierra, a caballo, porque ninguno de los pasos lo permiten, el agua no baja, ahora hace ya varias horas que no llueve, y no hay viento. Hoy de mañana se escuchó sobrevolar un helicóptero, pero en el barrio nadie sabe de qué se trata. Los altoparlantes piden que no se desperdicie el agua potable pues se está trabajando con dos pozos nada más con un grupo electrógeno de emergencia.
Hoy todavía no se escuchan las radios. El cielo se volvió  nuevamente amenazante, pero gracias a Dios no llueve, por el sur se observan relámpagos.

Día Cuatro.

Hoy tuve una buena noticia. Orlando Castaño mi vecino, me regaló una bolsa grande de galletas, están un poco duras pero se pueden comer. Del helicóptero no se supo más nada, dicen los de la municipalidad que debe haber sido del ejército. Pero como volvieron a empeorar las condiciones del tiempo no ha vuelto. Orlando mi vecino dice que él cruzará hasta el otro  lado en una pequeña lancha que tienen los hijos del ruso karlic, los del taller. Le pregunté si no era muy peligroso con tanta correntada y viento, pero él dice que hay que salir de alguna forma. En realidad nadie sabe que ocurre del otro lado, por la lluvia apenas se divisan  las lomadas. Ayer con el largavistas solo vimos muchos árboles caídos, pero nada más. Mi familia debe haberse quedado en Rosario, en la casa de mi primo. Espero pronto vuelva la luz y los teléfonos.

Día  Ocho

Estos días estuve muy ocupado. Orlando mi vecino me pidió que lo ayudara en el acondicionamiento de la lancha ya que uno de los hermanos Karlic sufrió una fractura de antebrazo durante el primer día de la tormenta y no puede trabajar. Anoche vimos por un buen rato la luna, entre las nubes pero la vimos, seguramente está por mejorar el tiempo. El helicóptero no volvió. Me costó conseguir el combustible que me encargó mi vecino, los de los altoparlantes requisan el de los tanques de autos particulares. Es difícil conseguir alimentos frescos. Seguimos incomunicados, hoy nuevamente comenzó  a llover, pero en forma más tenue. Espero sea un buen augurio.  Estoy muy cansado, el trabajo ha sido muy duro todos estos días, trabaré las puertas y dormiré lo más que pueda.



Día  catorce

Hoy estoy bien. En los días anteriores tuve fiebre y diarrea. Pero igual logré colaborar con Castaño, mi vecino. Por las noches pienso en mi familia y eso un poco me abriga. Es peligroso andar por las calles. Antes de irse mi vecino me contó  dónde conseguía los alimentos, descubrió una entrada al depósito del supermercado derrumbado de la calle Belgrano, a través del sótano de un taller vecino, que se derrumbó con la primera tormenta. A la madrugada cuando llegue había un poco de agua, pero no más de diez centímetros, es un secreto, si los otros se enteran, invadirán el lugar y no quedará nada. Por eso me encierro. Acompañé a Castaño y a los hermanos Karlic anoche hasta el borde del arroyo, que ahora tiene más de 6 km de ancho, se lo escucha rugir, en la oscuridad asusta más. Por algo los originarios le decían Aguas Bravas. Fuimos de noche porque las patrullas de municipales y policías son peligrosas. Disparan sin preguntar. Yo me sentía desfallecer, quizás por eso a duras penas logré llegar hasta el depósito, con las últimas luces de mi linterna.  En el lugar conseguí baterías y velas. Pero no hay fósforos. Afuera llueve torrencialmente desde pocos minutos después de mi llegada. Pero me siento mejor, quizás lo que comí.

Día  Veinticuatro

Estuve diez días encerrado en el depósito. Era imposible salir por los hambrientos que ahora merodean a toda hora en grupos cada vez mayores. A pesar del agua que no cesa de caer de las nubes. Temí ahogarme el agua en el lugar superaba los 130cm. Las patrullas armadas, de policías y municipales ya no los pueden controlar y se acuartelaron en un  distrito pequeño alrededor de la plaza y los edificios públicos. Yo agradezco que ya no recorran las calles con sus armas de fuego. A veces pienso que será de mi familia.  Mí casa fue saqueada, pero como no tengo alimentos ahí, no interesó demasiado, ingresaron rompieron algunas cosas y se fueron. Yo me escondí en el tanque de agua vacío ¿Cuándo se detendrá esta lluvia maldita? Castaño y sus acompañantes al parecer se ahogaron, encontraron sus cuerpos en las últimas tierras secas al sur del cementerio.  Hoy nuevamente me siento enfermo. Ya nadie se acuerda del helicóptero, ni se habla de los puentes Bailey.

Día  treinta y cinco

Alrededor de las tres de la tarde asomó el sol. Por la noche el viento fue intenso nuevamente. Con las aberturas rotas los únicos lugares donde me siento protegido son en los rincones, sobre todo los que se forman con el muro de la pared sur.  La lluvia no fue muy abundante, las goteras en mi dormitorio fueron las habituales.
Ahora, algunos dicen que Castaño está vivo. Ojalá se detenga la lluvia. Hoy me comí el helecho de la maceta grande.

Día  Cincuenta y siete.

Por el norte de Nogoyá, más allá de  las vías férreas, el agua continúa avanzando. Los desplazados continúan agolpándose de este lado de las vías. Cada vez son más los grupos de famélicos harapientos que merodean por las calles céntricas. Yo solo los veo pasar sentado en el umbral de mi casa, no tengo fuerza para otra cosa. Dicen que bajo los escombros de la iglesia descubrieron cadáveres. A esa zona no se puede acceder, las patrullas de policías y municipales armados disparan desde el perímetro. Tengo buena reserva de agua de lluvia, hace días que las canillas están secas, la falta de energía eléctrica y de combustible es total. La verdad que no me importa demasiado,  hoy solo fue una llovizna espesa. Pero el sol no aparece hace muchos días. Se escuchan truenos.  ¿O será  el ejército que viene a rescatarnos? ¿Qué habrá sido de los míos? ¿Pensarán en mí o me creerán muerto? Castaño no aparece.


Día  sesenta y dos.

Se rumorea que dentro del perímetro tienen alimentos. Dicen que confiscaron todo de los comercios en los primeros días. Las últimas tierras secas al sur, para nosotros están del otro lado de las balas. Por las noches a pesar de la lluvia, se escuchan balidos de animales, están en algún lado. Yo en cambio, por las noches visito mi proveeduría secreta: mis sueños, solo ellos me abrigan y  me alimentan. Cada vez es más peligroso salir, por las bandas de hambrientos que siguen viniendo del norte, a través de las vías, antes que el agua se termine de llevar los   terraplenes. Estos forasteros parecen más agresivos. De todas formas yo apenas si me muevo de mi cama. Solo escucho el estampido seco de los francotiradores. Parece que alumbra el sol… quizás solo parece, mejor me duermo, estoy tan cansado.


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