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Mostrando entradas de febrero, 2010

Un poema de Juan Manuel Alfaro para ustedes

A cielo y cielo Verdeante, invicto y con el pecho en cielo, le daba a mi niñez lo que quería: pájaro efervescente por el día Tuve alas para Dios, pies para el suelo. No digo que volé, pero fui vuelo y jilguereó mi barro su alegría. A cielo y cielo y cielo me perdía, y a cielo me encontraba: a cielo y cielo. En noches de San Juan fui el encendido, y a llama y sombra custodié la suerte de tener un hermano en lo querido. Y no tengo razón para el desvelo, porque a cielo viví y no habrá muerte si la muerte no viene a cielo y cielo. Juan Manuel Alfaro De "El cielo firme" Juan Manuel Alfaro (1955). Poeta y narrador nacido en Nogoyá, provincia de Entre Ríos. Profesor de literatura, fue compilador y prologuista de la obra del poeta lírico entrerriano Carlos Alberto Álvarez. Tiene en su haber el Primer Premio "Rosalina Fernández de Peirotén" de la Asociación Santafesina de Escritores (años 1979 y 1981), el Primer Premio "Orlando Travi" de la Fundación Argentina para

Unos versos de Juanele para ustedes

«A la orilla del río...» - Juan L. Ortiz A la orilla del río/un niño solo/con su perro./ A la orilla del río/dos soledades/tímidas,que se abrazan. / ¿Qué mar oscuro,/qué mar oscuro,/los rodea,/cuando el agua es de cielo/que llega danzando/hasta las gramillas?/A la orilla del río/dos vidas solas,/que se abrazan./Solos, solos, quedaron/cerca del rancho./La madre fue por algo./El mundo era una crecida/nocturna./¿Por qué el hambre y las piedras/y las palabras duras?/ Y había enredaderas/que se miraban,/y sombras de sauces,/que se iban,/y ramas que quedaban.../ Solos de pronto, solos,/ante la extraña noche/que subía, y los rodeaba:/ del vago, del profundo/terror igual,/surgió el desesperado/anhelo de un calor/que los flotara./ A la orilla del río/ dos soledades puras/ confundidas/ sobre una isla efímera/ de amor desesperado./El animal temblaba./ ¿De qué alegría/ temblaba?/ El niño casi lloraba./ ¿De qué alegría/ casi lloraba?/ A la orilla del río/ un niño solo/ con su perro. De El ai

Un pequeños fragmento para compartir

VI El Maestro Negro y el chancho -Maestro permítame hacerlo por favor.-casi imploré. El otro permaneció callado, como si no me hubiera escuchado.-Maestro por favor-supliqué nuevamente. No obtuve respuesta. Mi interlocutor continuó en silencio leyendo un libro que tenía sobre su falda. La pequeña cabeza inclinada hacia abajo. Yo, el hombre, caminaba de un lado hacia otro de la habitación.-Se lo ruego-dije luego de un momento. El anciano levantó su cabeza cubierta de cortos rizos casi blanca por completo y me miró con sus ojos inyectados. Tomó el libro lo dejó en el suelo y se puso de pie. Con las manos entrelazadas en su espalda caminó hacia mí y se detuvo a pocos centímetros de distancia. -¿Para qué?-me preguntó con una voz suave. Yo, el hombre, bajé la cabeza y comencé a mover el tronco de un lado hacia el otro como un niño vergonzoso.-¿Para qué?-volvió a preguntar el anciano.-Necesito hacerlo maestro-contesté por fin-necesito saber que estamos cerca de lograrlo. Ansío