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Mostrando entradas de 2010

La realidad y la moral religiosa.

La realidad es incontrastable. Cada día, cuando salimos a nuestra puerta, esa realidad que se nos enfrenta es inmodificalble y por lo tanto solo podemos cambiar nuestra actitud hacia ella. Y si por supuesto pensar en como cambiarla, para bien, en lo sucesivo. Por más que en mi fuero íntimo esté convencido que robar es incorrecto, debo ser conciente que existe el delito. Por más que considere que conducir alcoholizado es incorrecto, debo ser conciente que diariamente se pierden vidas por esta causa. Y así, los ejemplos abundan. Dentro de esa realidad existe un dato terrible. Un dato que de solo leerlo nos eriza la piel. Una situación que lamentablemente aqueja a los sectores más desprotegidos de la sociedad. Son las muertes por abortos clandestinos. La principal causa de muerte materna en la república argentina, 82/100.000 nacidos vivos es por esta causa. Vidas de mujeres jóvenes y en su gran mayoría pobres que se pierden por esta práctica. Que por otra parte es un gran negocio para alg

Interpretaciones

Me preguntaron sobre que significado le encontraba yo a "Tema para un tapiz" es realmente un ingenioso relato, abierto a las más variadas interpretaciones. Quizás se trata solamente de un sueño y el general que blasfema y llora solo sueña sus proezas. La realidad lo despierta al amanecer con una espada en su cuello. Quizás es solo una reflexión sobre la cobardía y la valentía. Y aquel general que queda solo, sin un solo hombre, no piensa en llorar ni en blasfemar solo se dispone a pelear y su valentía es la que vence. Una tercera interpretación, siempre en esta forma telegráfica y sumamente acotada, es una reflexión sobre la publicidad y las proclamas del general enviadas con palomas mensajeras, logra su objetivo en un primer momento, pero luego pierde su efecto ante la incontrastable verdad de su cobardía y falta de liderazgo. Y debe haber muchas otras interpretaciones de este excelente cuento de Julio Cortázar. Pero que bueno es poder reflexionar sobre estas cosas y ten

Fragmento para compartir

Este es un fragmento de mi novela Gallito Ciego publicada en 2009, una obra de ficción, ningún personaje ni ninguna circunstancia son reales. Espero que les guste. Será la última entrada por un tiempo. II Ayer. Horacio y la negra El Fiat 128 celeste disminuyó la marcha y doblando hacia la derecha ingresó por el portón metálico de dos hojas que se encontraba abierto. Inmediatamente dos figuras surgidas aparentemente de la nada cerraron las hojas ocultando el interior del playón de estacionamiento. Esperé un rato, momentos después, la estrecha puerta de servicio se abrió y por ella aparecieron dos hombres corpulentos con camperas grises y anteojos para sol lo que daba a su rostro el aspecto de insectos. Tras ellos salió él. Caminaría unos veinte metros, quizás veinticinco hasta el sitio donde se efectuaría la reunión. Me saqué la campera de acuerdo a lo convenido, un hombre de mameluco naranja colocó una barrera metálica en la esquina. El polara frenó en la bocacalle se subió a la ochava

Un fragmento para compartir.

Nogoyá Julio de 2003 El Cadáver A las 4,30 de la madrugada hacía mucho frío. El hombre dormía cubierto con varias frazadas, la basílica estaba helada para el cumpleaños de la virgen, varios minutos había tardado en calentarse. Lo despertaron los golpes en la puerta, semidormido se incorporó, se colocó una campera sobre el pijama y se dirigió a la puerta. El agente fumaba en la vereda. “Doc” le dijo “tenemos un fiambre, en el campo vas a tener que ir para allá” continúo “Esperá que me visto, ¿ustedes me llevan? ya vengo” Cinco minutos después sentado en el asiento trasero del Renault 19 que servía de móvil preguntó “¿Cómo es el asunto che?” “Encontraron un cadáver en el campo, en el Sauce, parece que estiró la pata hace bastante, lo encontró un boludo que buscaba las vacas para el tambo” Contestó el agente mientras encendía otro cigarrillo y ofrecía una petaquita de ginebra “¿quiere calentar el cuerpo doc? Hace un frío de cagarse” El camino bajo la luna llena, los

Un cuento para compartir

Probablemente este también sea un cuento demasiado largo, pero decidí publicarlo de una. Está dedicado a mi hijo mayor, en cuya compañía paseando una mañana de invierno se me ocurrió la idea. Espero que les guste. Las Murmuradoras. A Gonza con cariño Sus cuellos son largos y delgados, siempre andan con sus cabelleras al viento. Escuálidas mujeres que miran sobre los techos. Curiosas y a la vez enigmáticas. Figuras asomadas desde lo alto. Escudriñándolo todo, con insaciable avidez, desde sus balcones etéreos. Yo mirándolas, silencioso, ahora que lo sé. Sentado aquí, en este banco de madera y escuchándolas murmurar. Al fin y al cabo son viejas y las viejas siempre murmuran. No debería sorprenderme de ello. Pero ahora lo sé. Sé sobre que murmuran éstas viejas que miro callado. De pronto cierro los ojos y siento su voz en mis oídos y el viento sur suave sobre mi rostro, como una caricia. Como esas caricias frías de las manos enguantadas a la s
Recuerdos de la pasión y la desesperación. Cuando creía que su vida estaba destinada a ajarse , a secarse como una hoja caída del árbol. A perder poco a poco la vitalidad, por cada uno de sus poros. Lo conoció. Después de su traumático matrimonio, después de los golpes, los gritos y el desamor. Creyó que todo se terminaba. Que ése era su destino. El de una flor arrancada y tirada a la calle. Castigada por el sol del mediodía , hasta perder su lozanía y su perfume. Hasta convertirse en una masa reseca de tejidos a merced de los elementos. Pisoteada por los coches. Despreciada hasta por los perros en busca de comida. Para ella su separación , fue como una medicación paliativa, que mejoraba su estado, que disminuía el diario sufrimiento de la violencia hogareña. Pero que a su vez la entregaba a los brazos de la soledad, ése cáncer mortal, que paradójicamente tenía el mismo nombre de su hija. Pero entonces lo conoció. Como si un hada la hubiera repuesto en su antigua rama. La savia

Un fragmento para compartir.

Para cambiar un poco de tono, abandono el cuento y les dejo un fragmento de mi novela "Gallito Ciego" XIII Bacteria. Después que Riedel Liand me dejó enfrente a mi edificio. Tomé el ascensor como en un sueño. Mi cuerpo molido me dolía horrores. Entré a mi departamento y me tiré en el sillón del balcón. Miré la ciudad enorme que se revolvía en sus estertores de máquinas y multitudes. Indiferente como un monstruo dormido. Ajena a los pequeños sufrimientos individuales. Me sentí creo que por primera vez en mi vida desolado. El miedo y la paranoia que me habían invadido en las últimas semanas se había transformado en un sentimiento peor, como el de aquel soldado que herido se ve en medio de la nada, abandonado a su suerte. Olvidado de banderas y consignas patrioteras. Lejos de las formaciones y las arengas. Enfrentado a la miseria de su cuerpo lastimado. Invadido por escalofríos y temor. Recordando la tibieza de la cocina de su casa en invierno. Pero no soy un soldado. He come

Reflexiones de una santa.

Ante tanta discusión sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto y la planificación familiar. Deseo ofrecerles las reflexiones vertidas en este monólogo. Cuando se escuchó aquello de " él que esté libre de pecado que arroje la primera piedra" Juanita se agachó y juntó un mosaico partido de la vereda. Juanita, vacas conserva y otras bestias . ¡Qué falta de autocrítica! ¡Carajo! Ya las cosas no son como deben ser. Cualquier pelafustán está en la cresta de la ola. ¡Cualquier idiota escribe cualquier cosa! Y sale en el diario La Acción. ¡La gente ya no tiene vergüenza! Fíjese, usted sale tranquila de la misa de diez, hasta quizás pueda ir con algún nietito o ¡Válgame dios! Alguna nietita. Camina tranquila por las diagonales mirando los árboles. Admirando los monumentos. Y de repente sentados en algún banco están esos muchachones, con sus ropas grandes y sus peinados sobre la cara, fumando y riéndose a

Un cuento para compartir

Las voces ¡Mierda que hace calor! Parece que todo el año será bravo. Unos calores insoportables. Dicen que es el cambio climático y que se yo que otras cosas más. Ayer antes de encontrarte, estuve conversando con una gente que hace mucho que está acá y me dijeron que no erra. No erra un solo día sin que el calor sea insoportable. Para colmo, no hay sombra. Yo he caminado varias leguas y no vi un solo árbol. ¡Ni uno! Los días son muy largos también y las noches cortas e infectadas con esos mosquitos gigantes que no dejan de picarte y que son enormes como murciélagos vampiros de los que veíamos en San Jaime de la Frontera cuando andábamos por allá. ¿Te acordás de San Jaime? Tampoco, bueno no tiene mayor importancia. Es que hace mucho que te fuiste y por eso muchas cosas no las sabés o te la has olvidado. Pero todo vuelve González, mirá así como nos volvimos a encontrar ahora. Cuando parecía que nunca volveríamos a estar juntos. A pesar de que las cosas cambian, como nosotros, ya

Tributo

En memoria de Julio. Todos sabemos cual es la conducta de los espejos en la isla de pascua. Con Juan recorrimos en su camioneta la ciudad de este a oeste de norte a sur y en puntos intermedios cargados de un centenar de espejos. Llegamos a la conclusión que en Nogoyá los espejos son caprichosos e indolentes. No estamos seguros de nuestro aspecto ni de nuestra edad, quizás nos miremos en las fuentes.

Insight ültima parte.

Amigos publico la última parte de mi cuento Insight. Espero que les haya gustado. Abrazo para todos y gracias por su paciencia. Insight ( Última parte) Porque yo, ni siquiera pronuncio palabras sin sentido, muchas veces en mis largos períodos de silencio, mi inconsciente, con esa vocecita suave pero persistente que tiene, me tentó a decir cualquier palabra sin sentido. A gritar por ejemplo desde el balcón ¡Madagascar! O ¡Onomatopeya! O cosas por el estilo. Pero yo, con esa voluntad de la que el ojo carece, me negué. Tomé real posesión de mi yo y no permití otra expresión que no sea la de mi voluntad conciente. En cambio el ojo no puede dejar de mirarme desde el espejo, y no puede dejar de juzgarme. Porque el ojo mira y juzga. Que si solo mirara, vaya y pase. Pero no, ¡mira y juzga! Como ahora que a comenzado a ponerse rojo y es de vergüenza por lo que yo estoy haciendo. Se avergüenza porque soy el biógrafo de Clara Rosario Perdulari, la escritora de autoayuda. Yo me sonrío y lo dejo

Insight (tercera parte)

Amigos continúo con mi cuento Insight. Es la tercera entrada y anteúltima. Insight (tercera parte) Tuve que contenerme en el Pez Volador para no arrojar los libros de autoayuda que no correspondían a mascotas, como si estuviera removiendo escombros en busca de un sobreviviente en una catástrofe. El hematoma de mi frente había descendido sobre mi párpado superior derecho dándome de alguna forma el aspecto de un boxeador. Un ser temible que de alguna forma intimidaba a los vendedores, en general muy jóvenes, que se apuraban a satisfacer mis inquietudes sobre libros de autoayuda para mascotas, mirándome de reojo como temiendo ser golpeados en cualquier momento. En los dos primeros locales me proporcionaron decenas de libros pero casi todos estaban escritos por hombres, o por extranjeras o no se ajustaban al tipo de mascotas sobre lo que mi presa había escrito. Seguí recorriendo locales hasta muy tarde, sin resultado positivo. De regreso a mi casa consulté catálogos on line sin suerte.

Insight (continuación)

Continúo con la publicación de mi cuento Insight, tan largo (en medidas de blog) que lo publicaré en tres o cuatro entradas. Abrazo y paciencia. Insight ( Segunda Parte) Justo cuando el 107 cruzaba Ovidio Lagos. Lo recuerdo como una especie de reflejo condicionado, o de asociación perceptiva. En el preciso momento en que yo me disponía a ponerme de pie para golpear a la mujer, el colectivo frenó bruscamente en la esquina de Ovidio Lagos . Me golpee la cabeza contra la ventanilla provocándome un hematoma en la región frontal. No emití sonido, ningún improperio, nada. Pero levemente mareado caí nuevamente en el asiento. Mi visión se rodeó de un aura blanco verdosa y se estrechó. Los campos periféricos de mi mirada llegaron a desaparecer por varios minutos y fue como encontrarme en un túnel. Y en el centro del túnel aquel, estaba la cara de la mujer habladora, lo comprendí primero por el continuo moverse de sus labios que por las palabras. Que de tantas se me confundían unas con otras

Un cuento para compartir.

Aclaración: amigos como este cuento es muy largo,como muchos de los que escribo, lo publicaré en tres o cuatro entradas. Pertenece a "Veinte Cuentos Prescindibles" e integra "Búsqueda Insensata".Gracias. Insight No se debe escribir cuando no se tiene nada para comunicar. Cuando se tiene la cabeza vacía de ideas. La cabeza podrida como me gusta decir. De lo contrario todo lo que se escribe son simples palabreríos. Como una especie de vagar sin rumbo, de caminar distraído sin saber adonde se va o sin saber siquiera si se deseamos realmente ir a alguna parte. Carencia de metas. Carencia de ambiciones. Y nos ponemos a pensar, que cosa decir. ¡Si lo que quizás tenemos que comunicar es simplemente nuestro silencio! El silencio habla en ocasiones, con más claridad que muchos discursos. Además el silencio nos permite encontrarnos con nosotros mismos. Reconocernos. Detener ese deambular. Es probable que en su duración germinen palabras dignas de ser dichas. Como crisálidas

Un poema de Juan Manuel Alfaro para ustedes

A cielo y cielo Verdeante, invicto y con el pecho en cielo, le daba a mi niñez lo que quería: pájaro efervescente por el día Tuve alas para Dios, pies para el suelo. No digo que volé, pero fui vuelo y jilguereó mi barro su alegría. A cielo y cielo y cielo me perdía, y a cielo me encontraba: a cielo y cielo. En noches de San Juan fui el encendido, y a llama y sombra custodié la suerte de tener un hermano en lo querido. Y no tengo razón para el desvelo, porque a cielo viví y no habrá muerte si la muerte no viene a cielo y cielo. Juan Manuel Alfaro De "El cielo firme" Juan Manuel Alfaro (1955). Poeta y narrador nacido en Nogoyá, provincia de Entre Ríos. Profesor de literatura, fue compilador y prologuista de la obra del poeta lírico entrerriano Carlos Alberto Álvarez. Tiene en su haber el Primer Premio "Rosalina Fernández de Peirotén" de la Asociación Santafesina de Escritores (años 1979 y 1981), el Primer Premio "Orlando Travi" de la Fundación Argentina para

Unos versos de Juanele para ustedes

«A la orilla del río...» - Juan L. Ortiz A la orilla del río/un niño solo/con su perro./ A la orilla del río/dos soledades/tímidas,que se abrazan. / ¿Qué mar oscuro,/qué mar oscuro,/los rodea,/cuando el agua es de cielo/que llega danzando/hasta las gramillas?/A la orilla del río/dos vidas solas,/que se abrazan./Solos, solos, quedaron/cerca del rancho./La madre fue por algo./El mundo era una crecida/nocturna./¿Por qué el hambre y las piedras/y las palabras duras?/ Y había enredaderas/que se miraban,/y sombras de sauces,/que se iban,/y ramas que quedaban.../ Solos de pronto, solos,/ante la extraña noche/que subía, y los rodeaba:/ del vago, del profundo/terror igual,/surgió el desesperado/anhelo de un calor/que los flotara./ A la orilla del río/ dos soledades puras/ confundidas/ sobre una isla efímera/ de amor desesperado./El animal temblaba./ ¿De qué alegría/ temblaba?/ El niño casi lloraba./ ¿De qué alegría/ casi lloraba?/ A la orilla del río/ un niño solo/ con su perro. De El ai

Un pequeños fragmento para compartir

VI El Maestro Negro y el chancho -Maestro permítame hacerlo por favor.-casi imploré. El otro permaneció callado, como si no me hubiera escuchado.-Maestro por favor-supliqué nuevamente. No obtuve respuesta. Mi interlocutor continuó en silencio leyendo un libro que tenía sobre su falda. La pequeña cabeza inclinada hacia abajo. Yo, el hombre, caminaba de un lado hacia otro de la habitación.-Se lo ruego-dije luego de un momento. El anciano levantó su cabeza cubierta de cortos rizos casi blanca por completo y me miró con sus ojos inyectados. Tomó el libro lo dejó en el suelo y se puso de pie. Con las manos entrelazadas en su espalda caminó hacia mí y se detuvo a pocos centímetros de distancia. -¿Para qué?-me preguntó con una voz suave. Yo, el hombre, bajé la cabeza y comencé a mover el tronco de un lado hacia el otro como un niño vergonzoso.-¿Para qué?-volvió a preguntar el anciano.-Necesito hacerlo maestro-contesté por fin-necesito saber que estamos cerca de lograrlo. Ansío

Un cuento para ustedes.

Ludmila Las gruesas gotas de lluvia caían sobre los coches estacionados adelante del pabellón internacional. Cuando Tito terminó de estacionar el Peugeot miró a través del parabrisas, ligeramente empañado, la silueta del edificio deformada por los torrentes de agua, que actuaban como lentes. Maldijo el no traer paraguas ni impermeable. Tomó La Nación que estaba tirada en el asiento trasero y la usó a modo de paraguas mientras corría sobre el hormigón mojado. Al llegar bajo el alto techo del andén donde estacionan los taxis, casi resbala sobre los mosaicos rojizos. Se detuvo un momento para tomar aliento. Miró hacia ambos lados del pasillo semicircular, los viajeros arrastraban valijones y tenían ese aire de desorientación encubierta que tienen los recién desembarcados. Tito pensó, que aún tenía unos minutos para acercarse al sector de arribos y se quedó bajo el anden mirando llover. En forma automática se llevó la mano al bolsillo interno de su campera y extrajo un atado