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Mostrando entradas de 2009

Saludos

Les deseo a todos una feliz navidad y un mejor 2010. Que se cumplan sus deseos en el año que viene. Nos vemos en 2010. Abrazos fraternos.

El Aqularre y la ruptura

El aquelarre y La ruptura . Ami acurrucada en el sillón de la sala, hablaba por teléfono. Al hacerlo se comía las uñas del anular y el dedo medio de su mano izquierda. Su rostro denotaba desasosiego. La voz en el auricular evidentemente le transmitía inquietud. Respondía con monosílabos, con un evidente desgano. Después de colgar, aún la voz de Vale resonaba en sus oídos. El gusano comenzaba a reptar, nuevamente a horadar, silencioso y constante. El restituido muro de la confianza, mostraba grietas. Varios lo habían visto en la moto con ella, otros lo cruzaron al salir de su casa. Evidentemente , las chicas tenían razón, la estaba tomando por una idiota. Ella era la única ciega que no quería admitir que Fran la engañaba, con ésa. Como era posible que en todos estos años no se diera cuenta, si ahora en el recuerdo, los ojos de ella brillan de lujuria al mirarlo. Como una serpiente enroscada en una rama, mirando acercarse a su presa. De repente el sentimiento de desilusión que la hab

Fragmento para compartir

El Encuentro. Hace unos años un amigo encontró entre las cosas dejadas en un desván por el fallecido Honorio Argentino Robledo, quien fuera funcionario de la dirección de cultura de la provincia durante el gobierno de Onganía lo siguiente. El título original del texto está poco legible por los efectos de la humedad y los roedores sobre el papel pero parece ser: “Confesión” o “Confieso” o “ Inconfesable” algo así. Escrito de puño y letra por el ex funcionario arriba mencionado. Y dice lo siguiente: “El Dr. Elejalde, se acomodó en su silla con el sobre de papel madera entre sus manos, se quitó sus anticuados anteojos con marcos de carey y gruesos cristales verdosos. Me dirigió una de esas miradas a las que el denominaba “significativas”. Él les atribuía a las mismas los más diversos significados, por lo que a pesar de su intención de comunicar algo, era muy difícil tener la certeza de qué era ese algo. De lo que sí se podía tener certeza era de que el contenido del sobre que ahora habí

Un fragmento para ustedes.

La aguja de hielo En la habitación en penumbras, Calamaro cantaba “ Quiero, que ésta noche te quedes conmigo…” Él tenía el antebrazo izquierdo cruzado bajo su cuello y con el índice de la mano derecha dibujaba círculos en sus aréolas y rozaba sus pezones con la palma de la mano suavemente. Ella con los ojos cerrados parecía dormitar. De pronto giró su cabeza y abrió sus ojos , que para él eran como soles, con voz suave preguntó - ¿Me quieres mucho, como antes? - Te quiero más que a mi vida- contestó él Ella lo miró por un instante, él creyó ver una sombra de duda cruzando sus pupilas. Luego ella sonrió y lo besó en los labios atrayéndolo hacia sí, quemándolo con aquella piel suave y ardiente , de la que emanaban los aromas del amor y la pasión. Y nuevamente se entrelazaron con desesperación, cómo si fuera la última vez. Cómo si uno de ellos partiera al destierro. Cuando Vale había llegado ésa mañana al aula le dijo que tenía algo que contar

Olvido.

¿Cómo olía el perfume de tu pelo? Quizás a limones o a rosas o a olas. ¿Tu piel que perfume despedía en las tardes quietas de cigarras y ciruelas? Es que de repente no me acuerdo y eso me duele más que tu partida. Te fuiste tambien del lugar secreto en que te tenía prisionera. No recuerdo la melodía de tu voz y eso enmudece mi alma. Muchacha de sombra, te me perdiste en la noche.

Los Perros y el cazador

Monte Santiagueño mediados de 1996 “Volverán a la tarde, ladrarán como perros” Salmo59-6 A pesar de ser principios de Agosto el calor era insoportable en el apostadero. Flores Schneider estaba impaciente., hacia dos horas que esperaba la aparición de ésa maldita chancha por el sendero. No soportaba más esperar, la paciencia del cazador no era su fuerte, a él lo entusiasmaba la aventura, el vértigo, el enfrentarse con su presa el disparar su fúsil. Descendió por la escalera de madera y comenzó a caminar por el estrecho sendero, sus perros entrenados lo seguían sedientos de sangre. De pronto inquietos comenzaron a ladrar y salieron disparados tras la maraña de espinas. Flores Schneider corrió tras ellos, habían identificado la chancha, seguro que sí. Guiado por el estruendo de los ladridos divisó su jauría que rodeaba el animal bajo un algarrobo enorme, apuró aún más su carrera, de pronto el suelo cedió bajo su pie derecho, una cueva había atrapado su bota, al caer con todo el peso

Un cuento para compartir.

El viejo Estacionó la camioneta detrás de un Duna blanco. Rogó que luego arrancara pues esa mañana había tenido que empujarla. Con el tránsito de esa hora sería muy engorroso hacerlo en ese lugar. Tomó la carpeta con los bosquejos que estaba un poco sucia con grafito. Trató de limpiarla pero fue inútil, tomó un trapo que tenía junto al parabrisas y lo volvió a intentar, el resultado fue desastroso ahora al grafito se le agregaba un trazo de grasa como hecho con un pincel ancho. Maldijo en voz baja, abrió la carpeta sobre el asiento de cuerina negra y extrajo los bosquejos. Arrojó la carpeta impresentable al piso del vehículo del lado del acompañante. Arrolló los papeles formando un cilindro y cerró la puerta, la cerradura hace meses que no funcionaba, pero llamarlo al cerrajero significaría mucha plata, que no estaba dispuesto a regalar. Últimamente los cerrajeros cobraban muy caro y los pocos que había en la ciudad estaban de acuerdo en sus tarifas astronómicas. Una especie de oli

Un cuento para ustedes

Una carta absurda. Estimado profesor Corbalan: He meditado mucho sobre su teoría. Creo que si se demostrase verdadera, aún hoy tendría consecuencias mucho más importantes y cercanas que las que usted expuso en nuestra reciente charla. Sus sesudos estudios me han dejado en un estado de permanente turbulencia del espíritu. Lo que para muchos es algo casi indiferente, lo considero crucial, con inimaginables consecuencias para la humanidad. Mirando desde el balcón los transeúntes, me es difícil creer que caminen tan campantes por las aceras o conduzcan sus automóviles con total naturalidad ante la verdad que se cierne sobre sus existencias. Como una espada de Damocles he imaginado. Y he sonreído, con esa sonrisa entre paternal y cínica que tenemos los poseedores de esa revelación que escuché de sus labios. Respetuosamente profesor, me animo o mejor dicho me atrevo a afirmar(porque expresar lo que voy a expresar ante una eminencia gris como ust

Fragmento para compartir.Las Brumas del Destino

Elena Cuando la mujer volvió a su casa encontró a Ami en el sillón de la sala con los auriculares puestos, la saludó y cómo ésta no le contestó se acercó levantando uno de los micro parlantes. Ami levantó la cabeza, sonrió y saludó a su madre. Luego de un rato ambas mujeres, madre e hija se sentaron en la cocina a comer tarta de jamón y queso fría y a mirar televisión. Tinelli , estaba imperdible, a la madre le encantaba éste programa, pues afirmaba, le limpiaba la cabeza de tantas broncas que la invadían en su trabajo en la Estación de Servicio. Desde que su marido la había abandonado, por otra mujer más joven , para Elena , el silencio era mal compañero , un acompañante que le acercaba espectros del pasado, que le traía a la superficie de la conciencia viejos pensamientos, que había rumiado durante años y cuyo jugo amargo impregnó cada una de sus células, convirtiéndola en una mujer opaca, descreída y fundamentalmente triste. Cuando veía a su hija, secretamente envidiaba su ju

Fragmento para compartir

El Éxodo de los Oludos Los niños descalzos caminaban por la tierra abrasiva de las serranías, su piel salpicada de pústulas amarillentas, sus pies cubiertos de excoriaciones. Las viejas sucias y harapientas caminaban con la cabeza gacha , envueltas en sus ropas negras, de tanto en tanto rascaban su cabeza ,mata grasienta y pululante de piojos. Asían sus hatos con manos crispadas, las venas azuladas transparentándose en su piel de pergamino Los hombres, magros, sudorosos, con los ojos midriáticos del espanto cerraban la marcha, atreviéndose apenas a mirar hacia atrás. En el Este la gruesa columna de humo negro se elevaba al cielo. Villa La Ola terminaba de hundirse en las fauces del fuego que llegó del mar. Una marcha errante sin destino, una huída, diáspora de los aterrados que ingresaban en el olvido o la negación.

Fragmento para compartir Las Brumas del Destino

La caída. A lo lejos logró vislumbrar la salida, oscuras figuras aparecían y desaparecían. Marchándose hacia los confines de su campo visual. Palpó la rugosa superficie de la pared a su lado, tratando de buscar un punto de apoyo. Un puerto, aunque sea precario, en aquella tempestad de los sentidos. Logró avanzar unos pasos. Bruscamente el piso se levantó hacia él, golpeándolo en la frente y la nariz. Luego permaneció vertical como una pared impidiéndole continuar. Recordó el camino cubierto de hierbas que avanzaba entre hileras paralelas de viejos paraísos, con sus rugosos troncos , socavados, con secretas oquedades y cubiertos de protuberancias ,cómo cúpulas abolladas, que les daban una pátina de antigüedad, parecían impregnar el aire de misterios olvidados, de fuerzas que a través de ocultas puertas al pasado, retornaran del ayer. Manos lo asían por los hombros y trataban de tirarlo hacia atrás , él se aferraba como un gato, a la pared piso. La tarde de invierno era recorrida por rá

Un cuento para compartir

Transmuro. ¿Qué quiere que le diga? Yo, la verdad que soy un tipo temperamental. No, no le estoy diciendo que ando por la vida de estallido en estallido, porque la cosa no es así. Pero tengo un temperamento sanguíneo, un tanto colérico. En ocasiones me ocurre lo de los otros días. La verdad que fue una situación particular. ¿Qué quiere que le diga? Yo cuido mucho mis cosas. Y no perjudico a nadie o por lo menos eso creo. La primera vez, porque le aclaro que la de los otros días no fue la primera vez, sino la décima o la undécima. Como le decía, la primera vez, estaba yo leyendo tranquilo al lado de la biblioteca de madera, la que está contra la pared de mi dormitorio y en el silencio de esa hora de la madrugada escuché un sonido sordo. Un sonido grave, de muy poca intensidad, como un roce, seguido de un crujido suave. Recuerdo que estaba leyendo el Poema 12 de Oliverio Girondo, es que tengo una memoria fotográfica. Fue cuando escuche aquello, como pasos atrás de la pared. Imaginé la

Fragmento para compartir.

Otra vez, las notas. “Me siento como el loco Santella, ése del cuento de Facu, al que le robaron el alma, pero yo no la puedo encontrar, no sé donde está escondida, y ella vaga sin mí” “Veo como si estuviera subido a un árbol, ellas no me ven. Estoy escondido entre el follaje de la noche oscura. La luna nueva asoma en el cielo negro.” “Siento la escarcha quebrarse bajo mis pies, y sin embargo no tengo frío, estoy desnudo y no tengo frío” “El tiempo ha pasado, lo veo en el color de los campos y en las ramas casi desnudas de los árboles. Las golondrinas se han marchado. Pero yo no tengo noción del tiempo. El hoy, el ayer y el mañana se me confunden.” “Me siento caer con el viento y remolinear entre la hojarasca. Soy una hoja más, reseco y liviano a merced de las ráfagas” “Yo soy el despojado. Me acerco como un ladrón hacia la luz. Y mis pasos no se escuchan. Ellas no me ven. Sigiloso me aproximo como un descastado”. La mujer guardó los arrugados papeles en un sobre y dejó éste entre la

Un cuento para compartir.

Euclides “Epifanio Reyes era un hombre muy inocente. Aún creía en cosas que sus coetáneos habían desechado desde mucho antes de su pubertad. Sobre todo lo demás, esta calidad de crédulo, era la característica definitoria de su personalidad. Una cruz cuyo peso por supuesto él no sentía. Era incapaz de hacerlo. Como no tenía noción del ridículo aquella nochecita parado con el ramo de gladiolos amarillos, envueltos en unas hojas del Diario Nogoyá que apenas los ocultaban, frente a las pícaras miradas de los muchachos reunidos en el Bar Plaza.” Euclides cerró el libro con fuerza, de tal forma que un sonido seco como un aplauso invadió la pequeña sala, y quedó resonando en el ambiente por unos momentos. Él en realidad no valoraba en lo más mínimo lo escrito por aquella persona, pero hubiera sido políticamente incorrecto decirlo. O por lo menos decirlo en éste momento. Lo que si le había gustado de aquel engendro eran las tapas duras. Él siempre había gustado de los libros de tapas duras. P

Fragmento de "Las Brumas del Destino" para compartir

El amor. Ami caminaba con las últimas luces de la tarde, por calle Alem , acercándose a la esquina de Moreno cuando Fran la encontró. Se detuvo sonriente junto al cordón y la invitó a subir, ella lo miró perpleja, fue una verdadera sorpresa. - ¿A quién querés más a mí o a tu moto?- Le preguntó tiempo después , con una voz insinuante casi susurrada sobre su pecho. - ¡A mi moto por supuesto! .- contestó él , con simulada arrogancia. - ¡ Sos , muy malo! .-le dijo ella. Un par de horas antes él había llegado a su casa, donde ella como casi siempre se encontraba sola. Escuchaban FM y comentaban sobre acontecimientos escolares, el cuarto año era el más interesante, los profesores eran buena gente. Ese año , pensaban, sería el último de estudio realmente, en quinto se dedicarían a preparar su viaje de fin de curso y a viajar. Él la miró largamente, si bien parecía escucharla , su pensamiento se había detenido en la belleza de s

Fragmento de "Los Custodios del Sello" para compartir.

Nogoyá alrededor de 1966 Primer conocimiento El cielo plomizo cubría la ciudad mojada por el aguacero de verano. Contra el cordón de granito un torrente corría hacia el Este, formando borbollones y pequeñas olas sobre los adoquines del pavimento. Los barcos de papel cabeceaban y daban bandazos raudos en su viaje de bautismo y despedida hasta encallar en algún depósito de limo o en algún adoquín arrecife. Naufragios mínimos que causaban algarabías y risas en los niños arrodillados en la vereda. Astilleros de infancia restituían naves a la flotilla diezmada con la expectativa de que alguna de ellas llegara al lejano arroyo, en un viaje mágico que la mente de la niñez extendía hasta el río Paraná. Corríamos por la vereda con la vista atenta en los ingenios de papel que flotaban llevados por la corriente, de tanto en tanto nos deteníamos bajo algún falso plátano de corteza blanquecina y sentados en sus raíces contemplábamos alguno en dificultades hasta que se hundía despedazado en la corri

Un cuento para compartir

Atardecer El sol a mis espaldas ilumina los paraísos dándoles una luminosidad que contrasta contra los negros nubarrones que se dibujan al este, tras la loma. Los caseros interpretan su coro vespertino desde las ramas bajas del tala del patio chico, que ya en parte se encuentra cubierto por la sombra del viejo caserón en que me encuentro. Sombra densa y fija que se diferencia de la sombra cribada y móvil de los árboles por sus habitantes, ciudadanos de éstas últimas son bandadas de morajúes que entran y salen ruidosamente del follaje. Algunas calandrias y chingolos caminan buscando los últimos gusanos de día. Tórtolas de rama en rama acomodándose. Arrullo de trinos. Vocinglería. Los habitantes de ésta otra sombra permanecemos quietos y en silencio. Miramos el paisaje iluminado por los rayos oblicuos del poniente. El aire pesado y húmedo me aplasta, hundiéndome en una especie de gelatina de abatimiento. Entumeciendo los sentidos. Ella a mi lado permanece callada. Seguramente aún está en

Para compartir un fragmento de Los Custodios del Sello

Notas “Yo los ví, justo por ahí, detrás suyo. Caminaban con la cabeza gacha, agrupados cómo reses, como temiendo a todo. Pasaron por ahí, yo los vi señor, nadie me lo contó. Se fueron para aquel lado, como buscando la Carapacha grande , por ése lado si señor. Algunos dicen que se fueron para el lado del Atuel , o los que quedaban por lo menos. Yo lo que sentí , eso no se lo puedo contar con palabras señor. Los había soñado durante noches enteras, los había soñado como quien sueña con muertos, mis noches fueron terribles soñándolos. Las voces de mis sueños retumbaban en los roquedales , se perdían en las sombras de los caldenes iluminados por la luna. Voces, gritos, lamentos que aún quedaban rodando por mi rancho hasta que el sol estaba bien alto, señor. Justo por ahí, detrás suyo por ese bajío pasaron como una procesión de ánimas en busca del infierno. Nada los perseguía pero era como si el mismo Lucifer les pisara los talones. Y yo creo que sí señor, que el diablo perseguía a ésa

El individualismo exacerbado.

De todos los males que el neoliberalismo ocasionó a nuestro país y a toda américa latina. La excerbación del individualismo y la perdida de noción de solidaridad es la más grave. Los obscenos indices de pobreza y desigualdad que se ocasionaron en nuestro país y en toda la región de alguna forma son reversibles. O quizás más correctamente pasibles de ser revertidos a través de políticas adecuadas y una más justa distribución de la riqueza. Pero aquí es donde empieza a tallar el "individualismo feroz" en que cayó nuestra sociedad. Tenemos toda una generación que creció mamando el consumismo exacerbado y el salvese quien pueda. Y estos son (de alguna forma somos tambien)los electores de los modelos a seguir. Nos vemos diariamente bombardeados por la propaganda política que nos vende "candidatos" pero ninguna idea. Claro los candidatos son emergentes de esta sociedad individualista y salvaje, ni siquiera ellos tienen ( y es muy difícil que pudieran tenerlo) noción de pr

Fragmento para compartir de Gallito Ciego

XIX El río y la sedienta segunda parte. Él me miraba desde el sillón. Sus ojos tras las volutas de humo de su cigarrillo. Él me miraba y su mirada parecía lamerme. Sentía el recorrido de la misma sobre mi cuerpo. Con una calidez húmeda que me erizaba. Me contorneaba, pasaba mi mano lenta sobre mi piel mientras me sacaba las prendas. Una a una. Lamida por su mirada de hombre. Alfredo me hizo en silencio el gesto con su brazo derecho extendido hacia delante y su mano trazando un imaginario círculo en el aire. Comencé a darme vuelta de acuerdo a sus deseos. Me privaba de su mirada. Pero yo igual la sentía subiendo por mis muslos y deteniéndose en mis glúteos. A ellos lo que más les gusta es mi cola. Adoro que admiren mi cola. Luego sentí que subía por mi espalda se detenía en mis hombros y anidaba en mi nuca. Con mi mano derecha recogí mi cabello. Para sentirla en mi cuello. Mi corazón latía con fuerza y un rocío de sudor perló mi piel. El deseo como una caricia quemante subía por

Fragmento de Gallito Ciego para compartir.

XIV El Mago y el cerrajero segunda parte. Los tambores se acercan. Como en Pinar del Río. Los tambores se acercan y se mezclan con el murmullo del agua. Tambores marcados por las mismas cruces que marcan los cuerpos. Vibra en el aire su batir. Huele a sudor de manos que golpean y de cuerpos que danzan. Olor animal. Olor que se confunde con el sonido de los insectos en la noche. Se unen. Olor y sonido. Noche y tambores. Me siento cercado. Las llamas de las teas sacrifícales se mueven en la espesura. Y rayos amarillentos atraviesan el aire formando geodas de luz tapizadas de noche. El palomonte es un rito secreto. El Maestro Negro se deja presentir más que ver. Él puede adoptar muchas apariencias. Humanas, animales, vegetales. El Maestro es un enemigo poderoso. Tiene la llave del inframundo. De los antepasados. De los orishas. Él puede atomizarse en el aire. Convertirse en viento o en bruma. En fuego o en agua. Yo ahora lo presiento. Mientras se acercan los tambores y las te