Fragmento para compartir.
Otra vez, las notas.
“Me siento como el loco Santella, ése del cuento de Facu, al que le robaron el alma, pero yo no la puedo encontrar, no sé donde está escondida, y ella vaga sin mí”
“Veo como si estuviera subido a un árbol, ellas no me ven. Estoy escondido entre el follaje de la noche oscura. La luna nueva asoma en el cielo negro.”
“Siento la escarcha quebrarse bajo mis pies, y sin embargo no tengo frío, estoy desnudo y no tengo frío”
“El tiempo ha pasado, lo veo en el color de los campos y en las ramas casi desnudas de los árboles. Las golondrinas se han marchado. Pero yo no tengo noción del tiempo. El hoy, el ayer y el mañana se me confunden.”
“Me siento caer con el viento y remolinear entre la hojarasca. Soy una hoja más, reseco y liviano a merced de las ráfagas”
“Yo soy el despojado. Me acerco como un ladrón hacia la luz. Y mis pasos no se escuchan. Ellas no me ven. Sigiloso me aproximo como un descastado”.
La mujer guardó los arrugados papeles en un sobre y dejó éste entre las hojas de un libro. En realidad no necesitaba leerlos, los conocía de memoria. Pero ver los trazos del ausente, la acercaban un poco a él. Ahora sí, después del cuaderno de Facu, entendía mejor aquellas notas. Distraídamente miró el almanaque de la pared de la cocina.
Faltaban tres noches para el cambio de luna.
“Me siento como el loco Santella, ése del cuento de Facu, al que le robaron el alma, pero yo no la puedo encontrar, no sé donde está escondida, y ella vaga sin mí”
“Veo como si estuviera subido a un árbol, ellas no me ven. Estoy escondido entre el follaje de la noche oscura. La luna nueva asoma en el cielo negro.”
“Siento la escarcha quebrarse bajo mis pies, y sin embargo no tengo frío, estoy desnudo y no tengo frío”
“El tiempo ha pasado, lo veo en el color de los campos y en las ramas casi desnudas de los árboles. Las golondrinas se han marchado. Pero yo no tengo noción del tiempo. El hoy, el ayer y el mañana se me confunden.”
“Me siento caer con el viento y remolinear entre la hojarasca. Soy una hoja más, reseco y liviano a merced de las ráfagas”
“Yo soy el despojado. Me acerco como un ladrón hacia la luz. Y mis pasos no se escuchan. Ellas no me ven. Sigiloso me aproximo como un descastado”.
La mujer guardó los arrugados papeles en un sobre y dejó éste entre las hojas de un libro. En realidad no necesitaba leerlos, los conocía de memoria. Pero ver los trazos del ausente, la acercaban un poco a él. Ahora sí, después del cuaderno de Facu, entendía mejor aquellas notas. Distraídamente miró el almanaque de la pared de la cocina.
Faltaban tres noches para el cambio de luna.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGustavo...
ResponderEliminarme encantó...
ese perderte entre las hojarascas en un divagar de tiempo y espacio...
dibujas muy bien incertidumbres... y el final... precioso!!
gracias,
beso!!!
(me disculpo Gustavo, eliminé el comentario anterior por que me faltaba redondear el concepto)
Muy lindos tus escritos, me gusto especialmente el final de este.
ResponderEliminarGracias por tus palabras y la vista en mi blog.
Te agregue como blog amigo, y voy a pasarme por tu blog.
Nos leemos.
Leo.
http://cronicassuperfluas.blogspot.com/
Sabés que me encanta cómo escribís...
ResponderEliminarNo es nuevo...
Y me gustan tanto tus principios como los movimientos que das.
Un beso y ...Felicitaciones..
Adriana
Muy buenos textos, da gusto encontrarse con blogs así. Nos seguimos.
ResponderEliminarUn abrazo