Némesis novela inédita. (otro fragmento)
Némesis ( novela) Otro Fragmento para compartir con ustedes
Ella que soñó
con ser el centro de su atención. De
descubrir en sus ojos no esa expresión, rayana con la idiotez, sino la sorpresa
del descubrimiento. En definitiva se sentía abrumada por la frustración y se
veía a si misma como una tonta. Todo el trayecto hasta la casa de su tía, se
sintió invadida y perseguida por miradas
burlonas. Descubierta en su infinita tontería. Observada en su desnudez.
Apagó el cigarrillo
en el cenicero de la mesa de luz y
miró por la ventana el cielo encapotado
que ahora iluminado por las luces de la ciudad adquiría una luminiscencia
amarillenta. Apretando la sobrecama entre sus manos, cerró los ojos. Deseó
profundamente poder asir de esa forma la cabellera de Gastón, para que sienta
lo mismo que seguramente sintió Tito. Su
vida con Tito había sido perfecta, hasta que la separación fue inevitable. Y
ella ni siquiera podía imaginárselo en otros brazos. Que otras manos acaricien
su cuerpo desnudo. Su corazón se
aceleraba descontrolado, al punto que amenazaba salir volando lejos de su
tórax, un temblor que nacía desde sus entrañas le recorría el cuerpo, sus manos
se invadían de agujas etéreas, de solo imaginarse una situación en la que él
estuviera en otros brazos. Ella aceptaba
que la separación era inevitable, que él no podía, bajo ningún punto de vista
acompañarla en su partida y que era una separación definitiva. Ella tenía la íntima convicción de que Tito
era solo de ella, solo para ella, su propiedad exclusiva y a pesar de que en
los últimos días previos a su viaje,
habían sido inseparables, tras el goce del presente, en el fondo de su cerebro
aparecía la sombra de ese futuro de traición. Como una amenaza constante.
Porvenir en el que otros oídos lo escucharían gemir de placer y gritar por las
noches. Poco a poco, esa sombra se
expandió como una tintura en el agua. Poco a poco, comenzó a velar la felicidad
y la enfrentó con la dura realidad posterior a su partida. La contaminó hasta
en el recuerdo, modificó la interpretación de la felicidad anterior, que así
nos fue robada. Ahora si bien, Gastón no
era suyo, deseaba que sienta lo mismo que
Tito aquella mañana. ¡Tito! ¡Tito! ¿Por qué me obligaste a abandonarte
así? Ella inconscientemente apretaba más y más la tela entre sus manos
hasta que éstas le dolieron, como
acalambradas.
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