Némesis Novela inédita (Fragmento)
Les dejo otro fragmento de Némesis, un trabajo en marcha ( y contramarchas)... espero les agrade.
Némesis (Fragmento)
Némesis (Fragmento)
Ella tenía el íntimo
convencimiento de que Gastón sería suyo, únicamente suyo. Suyo para siempre,
como su última y definitiva dueña, su
auténtica dueña. Sonrió de solo pensar en esa posibilidad y se imaginó colgada
de su brazo caminando orgullosa, ante las miradas envidiosas de todas esas
chirusas promiscuas, que se lo comían con los ojos. Ella, solo ella, sería su dueña Y en realidad ella, aunque él no lo supiera,
ya era su dueña, esas idiotas con las que lo veía en las peñas y en los bares,
solo podían tener una posesión precaria de su persona, una especie de alquiler
informal o mejor aún una posesión simple sin escrituras, claro está. Hasta el momento en que ella, como Jesús
en el nuevo testamento, acometiera con
el látigo en la mano y las enviara de regreso a los albañales y alcantarillas
de las que nunca deberían haber salido.
Volvió a reír esta vez
con más ganas, al punto que su tía desde la cocina, en un pequeño alto en su
tarea de golpeteo, le gritó preguntándole si la había llamado. Después de todo él no tenía porque saberlo,
como el ganado no sabe quien es su
dueño, él no tenía porque saberlo.
Tendría seguramente que cambiar de estrategia con Gastón, ese ataque
relámpago, al centro de control del enemigo, no dio resultado. Debería echar mano a otras artimañas de mujer. La ventaja que
tenemos sobre los hombres, pensó, consiste en que se olvidan rápido de casi
todo. Seguramente mañana y quizás ahora mismo, él ni recuerda su desplante y
mucho menos su insinuación, sobre sus pensamientos nocturnos y su participación
en ellos. Si, cambiaría definitivamente
el modo de hacerle ver a quien
pertenecía su vida. Haría que él comprenda, de una vez para que nació. ¡Solo
para complacerla!
¡A ella, a su
dueña! Se puso de pie y miró por la
ventana la noche envuelta en su chal de llovizna. Miró las luces de los autos
en las bocacalles y súbitamente se encontró
llena de una energía renovada. Tarde o temprano él comprendería el verdadero
significado de la palabra: destino.
Cuando su tía, parada en el umbral de la puerta encendió la luz y la llamó a la
mesa, casi fue saltando de alegría, como si resortes animaran sus pies.
Gustavo! Me gusta esto! Igual, le dejo un comentario un tanto machista: dan miedo cuando planifican tanto!
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