El mandatario argentino, es un cabal exponente de los populismos de ultraderecha que están en ascenso en el mundo actualmente. Nada tiene que envidiarle en el ejercicio autoritario del poder, a Orban, Bukele, Putin o al propio Trump y algún otro de los múltiples personalismos contemporáneos. Aupado en sus modestos éxitos macroeconómicos, cuya sustentabilidad permanece en la incertidumbre, a exacerbado el uso de la violencia política y su deliberado ejercicio del odio como elemento de división de la sociedad argentina. Nótese que hablo de violencia y no de agresividad (que sería innato) porque se trata de un proceso socio cultural, siendo su ejercicio deliberado y en la búsqueda de un fin. En este caso la supresión simbólica o efectiva de todos aquellos que no obedezcan acríticamente, los designios del poder. Tal como ocurrió en la década del noventa y durante todo el kirchnerismo, la opinión pública argentina, prioriza las reales o ficticias bonanzas ...
Hola Gustavo! Voy a entrar a tu blog porque me parecen interesante las cosas que escribís y espero que sigas entrando al mío...me emociona cuando alguien se anima a dejar su comentario...soy así...vehemente...y algunas cosas son casi autobiográficas pero la mayoría se me ocurren...espero que te gusten...
ResponderEliminarun abrazo
Adriana