No hay uno sin dos, otro cuento para ustedes

 

 

 

La ofensa

 

Jesús María Arana, si así se llama, no se bien a que se debe, si es porque el padre es muy creyente  o porque la madre es una yegua redomona.  Ese es su nombre, la verdad, un nombre de mierda. Porque un tipo puede ser, como este, una porquería pero al menos tener un nombre respetable. ¡Que se yo! Carlos María de Alvear, por ejemplo, un gran nombre. ¡Cómo no le van a poner ese nombre a las avenidas, a las escuelas o las plazas! No, en serio, ese es un nombre de la puta madre, más allá de si el tipo es bueno o malo. ¡Y claro! No  es lo mismo llamarse  Juan Gonzalez, que Carlos María de Alvear ¡No nada que ver! En fin, este Jesús… pero mirá que tenés que ser para ponerle Jesús a tu hijo, habiendo tantos nombres, elegir ese, Jesús. Ni que pensaras que tu hijo será un santito toda la vida ¡una especie de monjita! Jesús, no se a quien se le ocurre ponerle ese nombre a un hijo. Como dije habrá sido, capaz no se, que el tipo era muy creyente y pensó que era parecido a San José o la madre ¡Vaya uno a saber! Pero  ponerle encima María, bueno, eso es lo último, por más que vos quisieras tener una hija y te sale un varón, ir al registro civil y anotarlo “María” eso si que es lo último. Salvo que tu primer nombre sea Carlos y tu apellido de Alvear, o de Alzaga o algo así, aristocrático. Pero si te llamás Jesús y te apedillás Arana, queda como una patada en los huevos. Así es como este infeliz termina llamándose Jesús María. Se ve que, en una de esas, no lo querían y había venido sin querer, porque vistes a veces los gurises vienen sin querer. Y como les cayó así, como peludo de regalo, se desquitaron poniéndole ese nombre ridículo. Me imagino a la yegua de la madre diciéndole al padre: andá, andá ponele Jesús María, así por lo menos va a sufrir, como nosotros que tendremos que laburar para mantenerlo.

Recuerdo una vieja conocida que le decía a su hija: si por lo menos hubiera tenido un sorete hubiera alimentado a las moscas, pero  vos solo servís para gastos.

Y bueno es lo que pasa los nombres también influyen en las personas. Este con semejante nombre pedorro no podía salir bueno ¡Y no salió bueno nomás! Pero yo, lo vengo estudiando hace rato. Más o menos le se los movimientos al dedillo, de lunes a viernes, eso sí. Los fines de semana, él es más errático. No es fácil saber cual será su siguiente paso, pero los días de semana sí  es un tipo predecible. Yo se a que hora sale de la casa para ir a trabajar al depósito, se muy bien a que hora sale del  trabajo para ir a comer un sandwiche al barcito de la esquina, se muy bien a que hora termina de laburar y vuelve, siempre en bicicleta,  para hacer su recorrido. Si yo lo tengo estudiado. Soy muy meticuloso en eso, no quiero que se me escape ningún detalle, es necesario que todo este seguimiento sea lo más preciso posible, como un obra de relojería suiza. ¡Claro! No me refiero a los nuevos relojes de circuitos impresos, me refiero al viejo sistema de la relojería mecánica. A esos relojes que solo constaban de  engranajes, coronas más grandes  y más pequeñas, o sea una precisión artesanal. Si ya se después llegaron los japoneses y todo lo transformaron. Porque creo que uno en esto debe ser medio artesano, no es cuestión de hacer las cosas a la que te criaste. Como dije antes, soy un tipo meticuloso.   Yo se que me critican por ser muy conversador, muy florido en el hablar. Dicen que le doy vueltas a las cosas y que cuando parece que estoy por terminar de hablar arranco de nuevo y a veces para  otro lado.  Me decía doña Lucía la de la librería que lo mejor es hablar lo justo. De forma telegráfica, lacónica.  Como en Esparta, economizar palabras, como si el lenguaje fuera finito. Como si la vida del hombre alcanzara para utilizar o para oír todas las combinaciones posibles de palabras. Es como diría mi tío Tito: hablás mucho y no decís nada.  Bueno entonces de ahora en más trataré de ser como dice doña Lucía, telegráfico, lacónico, iré al grano.

Yo estoy estudiando los movimientos de este sujeto porque pretendo emboscarlo.

Cortito y al pie. Tengo una ofensa por cobrarme. Mi plan es sencillo, un miércoles del mes de Junio, el 13 de Junio, podría ser. Miércoles es el día que se desocupa más tarde. Junio es el mes con los días más cortos. Se necesita oscuridad y pocos transeúntes para la emboscada perfecta. Además el 13 de Junio habrá luna llena y a pesar de la oscuridad deseo que reconozca mi rostro. Quiero que mi rostro, el rostro de su matador, sea lo último que vea Jesús María Arana, el del nombre ridículo. Que en el mismo momento en que yo le clave mi cuchilla, cuando lo esté levantando en peso  para buscar su corazón me mire y comprenda.

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