A partir de La cartuja de parma.

 Días atrás leía una interpretación de la Cartuja de  Parma de Stendhal.  Buscaba yo en realidad el Waterloo de Fabricio del Dongo, el conflicto entre el idealismo adolescente y la realidad.  Pero me encontré con una reflexión sobre el placer. El intento de la prolongación del placer y su contraste con el deseo. El deseo como motor me llevó a pensar en los posibles de Sartre, la eterna e inútil búsqueda  para alcanzar la carencia, eso que nos falta para llegar a la perfección : para ser dios. Obviamente no todos los hombres tenemos ese deseo megalómano, pero el deseo nos mueve a avanzar. ¿El placer lo hace? O solo su búsqueda. " Cuan presto se va el placer, como después de acordado da dolor" no dice Jorge Manrique en Coplas para la muerte de su padre.  y  a su vez Horacio nos dice " Carpe diem quam minimum credula postero" ( aclaro no es mi espertiz el latin). Dos visiones en apariencia contrapuestas.  El placer como maximo valor.  O la virtud y la responsabilidad como máximo valor.  Quien abraza la segunda opción, creo yo, se moverá por el deseo. Por la búsqueda. No por el destino. Logrará comprender la utensilidad del mundo para conseguir sus metas, algo así como la inteligencia instrumental.  El otro al vivir sin mañana, será presa de la fugacidad del placer. Alguien que solo busque gratificarse a través del placer, no modificará nunca la realidad.  Será presa fácil de los poderes dominantes. Quizás la vieja discusión entre estoicos y epicúreos.  Es cierto que mañana todos estaremos muertos, y no creo en los transmundos. Pero no es menos cierto que la vida es el deseo, no solo el sensual, aclaro por las dudas. Seguramente como en todo habrá un punto medio. Lo mio es parafraseandolo a Charly  "Zapatos de goma y filosofía barata"...Ah cualquier extrapolación corre por tu cuenta lector.

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