La reencarnación. El eterno retorno.

 José Gómez Fuentes fue, para algunos, la encarnación del formador de opinión, durante la última dictadura militar que finalizó en 1983.  Un comunicador que decidió convertirse en un militante, a mi juicio de  una causa perversa, un proselitista de las ideas del régimen militar y defensor a ultranza de sus actos. Fallecido hace más de treinta años.  

Muchas religiones o filosofías creen en  la reencarnación.  Esto consiste en el hecho de que la esencia de alguien , su alma o como quiera llamarse, en la creencia dualista, se encarna en un nuevo cuerpo : se reencarna. Soy escéptico al respecto, pero una duda comenzó a corroer mi escepticismo. 

Sospecho, con cierto grado de alarma, una reencarnación múltiple.  Aquél personaje mencionado antes, habría colonizado a un gran grupo de periodistas, que van progresivamente abandonando su oficio de informar y opinar críticamente, para transformarse en voceros de ciertos intereses  o en otros casos del gobierno de turno. Se convierten en formadores de opinión.  Portadores de un sesgo propio de predicadores. Como si aquel malhadado hombre de los años de plomo, hubiera vuelto en el cuerpo de múltiples habitantes de los medios de comunicación. Se hubiera reencarnado, pero no en un solo cuerpo. Una reencarnación múltiple.


La teoría del eterno retorno, tiene múltiples antecedentes históricos como el estoicismo, filosofías orientales o el amor fati de Nietzsche, se manifiesta con toda su trascendencia en Argentina. Argentina está, al parecer, condenada a repetir una y otra vez por la eternidad el mismo ciclo. El péndulo, de uno a otro extremo, la suma cero. El suplicio de Sísifo volver a empezar. 

Los reencarnados de uno y otro lado, por ejemplo, fluctúan entre los que pretenden continuar con una legislación laboral de hace 60 años y los otros que pretenden casi la supresión de los derechos laborales.

Se necesita un exorcista, que  nos libere de esos espíritus facciosos.  Concentrémonos en entender realmente las razones del estancamiento del trabajo formal,  no radica en el salario ( muy deprimido en Argentina) ni en las vacaciones, ni en las horas extras, ni siquiera en los aportes para la seguridad social.  El problema que tienen las PyMES  y microPyMES  es la litigiosidad.  Es necesario que el trabajador mantenga su derecho a la indemnización y su cobertura por accidentes, lo que no es posible es continuar con el actual régimen. Se debe crear un fondo por despido que sea automático, que no requiera de litigios.  Sistema que puede ser estatal, privado o incluso gestionado por los sindicatos. Las grandes empresa tienen de hecho fondos para prevenir estos acontecimientos.  Tienen capacidad además, no es menor, de  negociar con sus respectivos gremios en el caso de que sea necesario un convenio por empresa. En cambio una PyME o microPyME necesita un marco mas general para negociar.  Distingamos cada situación.

En la era de las redes sociales, de lo fugaz, es difícil expresarse por escrito. Pero es un deber intentarlo. Y evitar el eterno retorno, el suplicio de Sísifo. El remedio es el consenso, no la facciosidad


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